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Monday, March 31, 2008

Hojas bostonianas

Vuelan, vuelan y vuelan. Multicolores, rizomáticas o miedosas. No tienen un rumbo definido, es más, se emocionan con un movimiento sorpresa. O con la elegancia de los versos que las mueven. A pesar de su sigilosidad he de decir, que tienen una fuerza tan intensa que no me dejan dormir. El aire se vuelve tangible y el ruido se convierte en otra más de las sinfonías de Bach.

Hay momentos donde no hay explicaciones, hoy descubres la verdad y no es delicada. Pero que importa la verdad si ya la sabías, simplemente ahora entiendes que eres un maldito mediocre. Pero levantas la cabeza y te despides con clase… No reflexiones, sólo hazlo… ¡Ejecuta por Dios! Estás en el nuevo mundo de las máquinas y te voy adelantando que nunca saldrás de aquí. Me preguntas por ¿El cambio social? Perdón pero me provoca risa tu reclamo. Lo siento pero es mi deber, pero tengo que recordarte que hiciste un compromiso ante el establishment contemporáneo.

En contra de mi naturaleza sigo perdido, a pesar de haber jugado finalmente con mi razón. Finalmente encontré mi RAZÓN, (grito desesperado de júbilo). Pero la mente simplemente es el placebo de la felicidad. Exacto… nadie te puede consolar. La idea de soledad toma fuerza en este infestado mundo social. Sí, levántate, anda, cree, destruye y construye. Total eres una repetición cíclica y de ahí no pasas.

Hoy nada me emociona. Transito por uno de esos días en donde simplemente no quieres existir. Todas las inquietudes se esfuman como viles hojas bostonianas, que fieles a su naturaleza se marchitan con el paso del invierno. Pero que afortunadamente reviven con el asomo primaveral. Al final parece que hay una luz, o será es esa fuerza que juega con mi cabeza. ¿Acaso es la maldita esperanza?, ¿la ilusión mediocre y fantástica?. Ya sé ¿el saber que eres parte de la profunda realidad y no del sueño escapatorio? Síguele me digo... pero al final siempre regreso al círculo de la verdad, ese que sólo puedes traspasar con la fuerza de la autenticidad pero que a pesar de cuantiosos embates siempre encuentra protección en los escudos del capitán miedo.

Malditos porque tienen un rumbo, malditos porque pueden dormir, malditos porque sueñan... malditos, malditos, malditos. Puedo seguir en este proceso infinito de maldecir pero no tiene caso, porque me levanto y sigo sin poder desvanecer esa triste realidad.




"Starry Night" (1889) Vincent van Gogh.

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